This poem, blending fragments of pseudo-scientific texts, emerges from my PhD research. It delves into the interplay between liminality, Westernness, and Otherness, reflecting my personal journey as a traveler navigating between Europe and South America. The first reading was recorded and infused with experimental sounds, presented during Session N.15 of NomadicRadio Berlin



Una Máquina de Liminalidad


Ahora comprendo mejor
la imposibilidad de cruzar fronteras.
Un espacio de tiempo me separa entre A y B.
El océano Pacífico nos divide,
entre el Oeste y la Otredad.
(Disculpa por escribir en inglés,
pero al poner "Oeste" y "los otros" en español,
mis pensamientos giran hacia el inglés,
que refleja con más fuerza
la rigidez del colonialismo,
del neocolonialismo que este idioma anglosajón contiene).

Producto de la pandemia,
la imposibilidad de cruzar fronteras
se volvió real, tangible, perceptible.
La diferencia entre el Oeste y la Otredad
se hizo evidente,
a nivel social, político, y de salud pública.
El virus expuso esas diferencias,
que emergieron a la superficie
desde una percepción colonialista perversa.

Cuando el COVID-19 llegó al corazón de Europa,
y las naciones comenzaron a cerrar fronteras
en marzo de 2020,
la crisis se volvió global.
En semanas, se demostró que es posible
poner en pausa el sistema económico, social y cultural del mundo.
El mundo se detuvo.

Gobiernos, actores políticos y ciudadanos
tomaron rápidas acciones
para intentar controlar lo que venía.
Se decidieron cierres de fronteras,
empresas, escuelas,
limitaciones al transporte,
distanciamiento social, aislamiento obligatorio,
cuarentenas.
Medidas de protección de la salud:
higiene, preparación del sistema sanitario,
limpieza de espacios públicos y privados.

Simultáneamente,
especulaciones, noticias falsas,
comentarios científicos sin pruebas
circulaban,
provocando un caos mundial,
desde relaciones interpersonales
hasta el miedo global.

La normalidad de la humanidad
giró 360 grados,
una pausa obligatoria en la producción,
mostrando que sí es posible,
un paréntesis,
una liminalidad global.

Primer Elemento:
Liminalidad
Limen, liminal:
"De o perteneciente al umbral
o etapa inicial de un proceso."
El comienzo de un estado… o el propio estado.
Liminal, como umbral,
connota lo espacial,
un límite, una frontera,
un paisaje, una puerta,
un espacio físico y psíquico de potencialidad.

Un espacio liminal es el tiempo
entre lo que fue y lo que será,
un lugar de transición,
de espera, de no saber.
Liminalidad… Realidad… Ritualidad…
Ritos en las sociedades,
constituyen la experiencia liminal completa,
una transformación interna y externa.

Segundo Elemento:
Espacio de posibilidades
Liminalidad, un lugar seguro,
un espacio abstracto para reflexionar,
dar un paso atrás,
pensar en lo que queremos cambiar.
Una oportunidad para la transformación,
la autorreflexión,
frente a nuestros cambios globales,
mutar, cambiar, abrirse a nuevas posibilidades.

La máquina de la liminalidad es un espacio
de inmersión,
sin estructuras, normas,
dogmas colonialistas.
Una estructura sin estructura,
donde la coexistencia es la totalidad.
Como dice mi padre,
2 + 2 no siempre es 4,
el todo no es necesariamente
la suma de las partes.

Los engranajes de la máquina de la liminalidad
se mueven, intercambian, transforman, mutan.
Poscolonialismo, colonialismo,
ciberfeminismo, biología,
navegan y se sumergen en el líquido flexible de la liminalidad,
un contenedor de transformación, transición.

Tercer Elemento:
Cito: Philodendron
Del griego φιλος “amor” y
δενδρο “árbol”.
Un gran género de plantas,
familia Araceae,
muchas son ornamentales.
Trepadoras, usan raíces aéreas,
una especie tóxica, nativa de Sudamérica,
pero también distribuida en el viejo continente.

La máquina de la liminalidad
tiene un órgano biológico,
la planta Philodendron,
que representa la migración de la Otredad.
La vi por primera vez en mi cocina en Berlín,
fuerte, feroz, salvaje,
ocupando las paredes de mi hogar.

Ella, desde su visión feminista,
nos enseña que la autonomía de la migración
puede moverse ágilmente,
dinámicamente,
sobreviviendo incluso en ambientes hostiles.
Aquí, las acciones poscoloniales
se entrelazan con la liminalidad,
un espacio de posibilidades,
sin bordes rígidos,
donde la flexibilidad y lo que hay más allá
guían una posible transformación
entre lo interno y lo externo,
lo micro y lo macro,
lo local y lo global.

A Machine of Liminality


Now I better understand
the impossibility of crossing borders.
A span of time separates me between A and B.
The Pacific Ocean divides us,
between the West and Otherness.
(I apologize for writing in English,
but when I write "West" and "Others" in Spanish,
my thoughts shift to how English
better reflects the rigidity of colonialism,
the neocolonialism wrapped in this Anglo-Saxon language).

As a result of the pandemic,
the impossibility of crossing borders
became real, tangible, perceptible.
The difference between the West and Otherness
became clear,
socially, politically, and in public health.
The virus exposed these differences,
bringing them to the surface
from a perverse colonial perception.

When COVID-19 reached the heart of Europe,
and nations began closing borders
in March 2020,
the crisis became global.
Within weeks, it was evident
that the world's economic, social, and cultural systems
could be paused.
The world stopped.

Governments, political actors, and citizens
took swift actions
to try to control what was coming.
Borders were closed,
businesses, schools, and universities shut down,
local and international transportation limited,
social distancing, mandatory isolation,
quarantines enforced.
Health protection measures:
hygiene rules, preparation of health systems,
sanitation of public and private spaces.

At the same time,
speculations, fake news,
unproven scientific claims
spread,
causing global chaos,
from interpersonal relationships
to worldwide fear and uncertainty.

Humanity’s normality
was turned 360 degrees,
an obligatory pause in production,
showing that a break is indeed possible,
a global pause,
a parenthesis,
a liminal space.

First Element:
Liminality
Limen, liminal:
"Of or relating to a threshold
or the initial stage of a process."
The beginning of a state… or the state itself.
Liminal, as a threshold,
implies spatial connotations,
a boundary, a frontier,
a landscape, a door,
a physical and psychic space of potential.

A liminal space is the time
between what was and what will be,
a place of transition,
of waiting, of not knowing.
Liminality… Reality… Rituality…
Rites in societies
constitute the complete liminal experience,
an internal and external transformation.

Second Element:
Space of Possibilities
Liminality could be a safe place,
an abstract space for reflection,
to take a step back,
to think about what we want to change.
An opportunity for transformation,
self-reflection,
facing our current global changes,
to mutate, to change, to open up to new possibilities.

The machine of liminality is a space
of immersion,
without structures, norms,
colonialist dogmas.
A structure without structure,
where coexistence forms the whole.
As my father says,
2 + 2 is not necessarily 4,
the whole is not simply
the sum of its parts.

The gears of the liminality machine
move, exchange, transform, mutate.
Postcolonialism, colonialism,
cyberfeminism, biology,
navigate and immerse themselves in the fluid
flexibility of liminality,
a container framing this process
of transformation and transition.

Third Element:
I quote: Philodendron
From the Greek φιλος “love” and
δενδρο “tree.”
A large genus of flowering plants,
from the Araceae family,
many grown as ornamental houseplants.
Climbers, using aerial roots,
a toxic species native to South America,
but also distributed in the old continent.

The machine of liminality
includes a biological organ,
the Philodendron plant,
representing the migration of Otherness.
The first time I saw it was in my kitchen in Berlin,
strong, fierce, wild,
covering the white walls of my home.

She, as I describe her from a feminist lens,
teaches us that the autonomy of migration
can move swiftly,
dynamically,
adapting to survive,
even in hostile environments.
Here, postcolonial actions
intertwine with liminality,
a space of possibilities,
without rigid boundaries,
where flexibility and going beyond
lead to potential transformation
between the internal and external,
the micro and macro,
the local and global.